Buscar este blog

sábado, 23 de enero de 2021

LOS SANADORES


Tener la capacidad de ser iluminador de ambientes me parece un don. No me refiero a lámparas ni a decoradores. Me refiero a todas esas personas que saben alegrar la vida a sus semejantes, los conozcan o no. Hoy quiero bautizarlos como los sanadores.

Me resulta un verdadero privilegio conocer personas así. Son como seres que cargan esperanza para distribuir a su paso. Gente de paz con buenos deseos para repartir por donde vayan. Su idioma es la sensibilidad y la compasión y buscan la forma de alegrar a otros no precisamente contándoles un chiste.
Los sanadores son gente cálida y respetuosa. No ayudan a otros dándole cuerda a su angustia, si no que abriéndoles las puertas del entendimiento y las soluciones ante cualquier gota que les hubiese colmado el vaso. Son gente con empatía que respeta el sentir de otro y lo deja ser.
Ese tipo de personas dan la impresión de caminar con un farol a su lado, la luz que irradian los acompaña a donde van, para alegría y entusiasmo de quienes acuden a ellos y para aquellos que se los encuentran por casualidad en algún sitio sin conocerlos.
Una sonrisa a tiempo para los extraños, un saludo agradable para los que pasan fortuitamente a su lado y una cita concedida a los amigos, hacen de estos sanadores, una luz al final del túnel de quien sea.
Los tiempos que corren son un poco hostiles. Hoy me decía una de mis primas que, ante todo esto, ya no sale mucho de su casa. Exponerse a la oscuridad de tantos, no es algo que la ponga feliz. Creo que a nadie. Ahora la moda y digo moda porque no sé cómo llamarlo, es andar con cara de puñete por la calle, contestar mal, no ayudar a nadie... gente huyan porque la cosa se pone grave. Dentro de poco me veo saliendo a la calle con armadura para no ser fulminada por la mala onda de la gente. Lo peor es cuando nos vamos acostumbrando a esto de la mala sensación como cosa normal y no es lo normal. Creo que, si no fuera por el papel iluminador de los sanadores, la oscuridad se habría adueñado de muchos.

Hace poco tuve la oportunidad de encontrar dos sanadores el mismo día. Resulta que en el estado de nervios que vivo últimamente, olvidé manejar el carro. Sentí que me embrutecía y acabé rozando un carro porque el mío no se detenía en reversa. Estaba en el estacionamiento de un local comercial y el ruido del freno de mano , más el del pedal del freno cuando realmente reaccioné, causaron algo de revuelo. Recuerdo haber frenado y bajado de una vez de mi vehículo para ver el daño. Casi me da algo cuando vi que el incidente era con un carro carísimo.
No se qué cara habré tenido, pienso que la expresión de mis ojos lo dijeron todo porque la mascarilla la llevaba puesta. De pronto, un hombre bastante alto, de saco y corbata se me acercó y me dijo "tranquila, ¿está bien?  esto le puede pasar a cualquiera", le pregunté si era el dueño del auto y me dijo que no. Me estacioné a un lado y el hombre empezó a actuar como si fuera mi coach. Fui a la entrada del local comercial y pedí vocearan la matrícula del horror y susto al que me tocaba enfrentarme. La persona tardó mucho en salir, el empleado de la puerta me dijo que la plaza no se hacía responsable y que mucha gente no esperaba y se retiraba, que podría irme si quería; yo no quise irme. No me gustaba la idea de ser casi una prófuga, prefiero enfrentar las cosas y no andar escondida, así es que me quedé muerta de miedo, pero me quedé esperando que alguien saliera. Mientras tanto el hombre alto ya había conseguido un paño y había hecho la demostración de que frotando con liquido apropiado para carrocería, la razón saldría porque no había golpe. Estaba empeñado en ayudarme, calmarme y hasta abogar por mí. En un momento dado le pregunté quién era y solo respondió que era el escolta de alguien que estaba de compras en ese mismo lugar. Vi luego que tenía el escudo nacional en una de sus solapas y no pregunté nada más. Para mí, este señor fue un ángel. En ningún momento me dejó sola, ya no parecía el escolta de otra persona, parecía mi escolta.
Después de estar a la espera del dueño del vehículo, salió una señora joven y entré en pánico cuando dijo que era suyo. Por aquello de hacer las cosas bien y ser honesta, le dije " rocé su carro y quiero que sepa que me muero del miedo" ella con su mejor actitud me dijo, "no te preocupes" y caminamos hasta el lugar de los hechos. Detrás venía "mi escolta" hablando de lo leve que había sido y acto seguido le hizo la demostración de cómo salía la primera huella del "delito". La señora miró y se rio, me dijo " ni te preocupes, lo voy a llevar a que lo pulan" seguidamente le di mi teléfono y le dije que me llamara a la hora que fuera para asumir el costo. Entonces me dijo de una vez y riendo " si no sale mucho ni te voy a llamar". Terminado el caso, me despedí y ya mi ángel se había distanciado del lugar de los hechos. Lo busqué y le dije que estaba muy agradecida por todo lo que había hecho por mí. Me respondió con un "¡para eso estamos! son tiempos difíciles" y yo, como toda un hada madrina a la que solo le faltaba la varita, le deseé muchas bendiciones en su camino con el "Dios lo Bendiga y proteja" que suelto cuando mi corazón siente deseos de bendecir.

 De camino a mi casa, todo el trayecto estuve en shock porque no entendía cómo era posible que las preocupaciones me hubieran hecho olvidar cómo frenar. También me había impresionado conocer a estas dos personas que en medio de todo lo ocurrido, decidieron ser sanadores. Gracias a ellos, tuve calma en medio del miedo, tuve paz en medio de la incertidumbre.

Por eso digo, ser sanador es un don. Ninguno de los dos me conocía, pero decidieron ser cálidos en medio de algo que no lo era. Y como dice mi amiga Melvita : "es más la gente buena, lo que pasa que la gente mala hace más ruido, solo eso". Todos deberíamos escoger ser sanadores, sobre todo en esta época en que como bien lo dijo "mi escolta": "son tiempos difíciles". Elegir ser sanador, es lo menos que podemos hacer para aportar algo de tranquilidad en el espacio que nos toca caminar, con la esperanza de que se contagie y en algún momento, absolutamente todos, seamos sanadores.
Pensé muchas cosas cuando todo ocurrió, no pensé nada bueno debido a que la gente ahora prácticamente muerde. Me vi en real problema con esto que quizás para otros, es algo sin mayor trascendencia. Pero...las cosas no son como antes...son tiempos difíciles.


Nota: Ha pasado mucho desde esta experiencia, después supe que, en realidad, ¡mi carro tiene un desperfecto y no es cosa de mala memoria mía...qué alivio!


LA ROSA Y EL RECUERDO

  Todo cambia dìa a dìa. Las costumbres, los amigos, la mismìsima vida. Es allì, durante ese cambio, que nos detenemos a pensar en lo que fu...